[Riviera Maya] México no es sólo sol y playa: ahora promociona el ecoturismo


Ir de fiesta a México no significa necesariamente pasársela en la playa con un tequila en la mano o ponerse a bailar encima de las mesas en las vacaciones desenfrenadas de los universitarios.
Por cierto, el gran destino turístico en Cancún desborda de naturaleza. flamencos, monos, tucanes y tortugas son algunas de las muchas especies que uno puede observar si cambia la vida frenética por la vida natural.
Cancún y la zona circundante de la Riviera Maya son el principal destino de los viajeros internacionales que vienen a México, con más de 3,5 millones de visitantes al año. La playa fue el principal atractivo para la primera visita que mi esposa y yo hicimos hace seis años. Pero desde entonces, hemos regresado para explorar la mayor barrera de arrecifes coral del hemisferio norte, los manantiales naturales que engalanan el Yucatán, los manglares, los pantanos, la selva espesa. Gran parte del Yucatán es terreno plano de piedra caliza con ocasionales selvas y matorrales. No hay verdaderos ríos; el agua de las intensas lluvias de temporada queda almacenada en los cenotes, grandes pozos profundos que a lo largo de milenios han socavado la piedra porosa. El agua fresca fluye subterránea y se vuelca al mar en numerosos manantiales.
Los bosques, cenotes y costas están poblados por una miríada de animales coloridos. Garzas, osos hormigueros, tarántulas, iguanas, ocelotes, manatíes e incontables animales pululan por la región.
Los viajeros que responden al llamado de la selva pueden visitar los parques ecológicos de Xcaret, Xel-Ha y Tres Ríos. Los tres están cerca de los balnearios de Cancún, Playa del Carmen y el resto de la Riviera Maya. Xcaret es el más desarrollado e incluye un vistoso pabellón de mariposas por el que se puede transitar. También se puede seguir el curso de un río estrecho que desemboca en el Caribe y nadar junto a delfines y manatíes.
Xel-Ha parece más natural y se extiende en torno de una vasta laguna donde el agua pura se mezcla con el agua salina y bajo las cuales pululan peces de colores eléctricos. Hay senderos para bicicletas y un río para bañarse o para deslizarse en un tubo flotante. Xel-Ha también permite nadar junto a los delfines. Tres Ríos es nuestro favorito. Está mucho menos desarrollado que los otros dos. Se puede navegar en kayak o canoa por los manglares, practicar snorkel o cabalgar.
Los turistas más osados viajan un poco más allá para visitar El Refugio Biosfera Sian Ka'an. Este sitio consagrado por la UNESCO como patrimonio de la humanidad se extiende en 1,3 millón de acres (530.000 hectáreas) e incluye de todo, desde arrecifes de coral hasta playas, lagunas, cenotes y bosques tropicales.

Es buena idea hacer reservaciones por medio de la oficina local de turismo, ya que los caminos son difíciles. Reservamos un viaje con un agente de turismo que hallamos por medio de nuestro hotel en Playa del Carmen. Básicamente, los locales han alquilado varios jeeps y han dado las llaves a los turistas. A nosotros nos tocó designar un chofer para cada vehículo, y terminamos con un turista alemán al volante. Pasamos un día en la biosfera y luego fuimos a los arrecifes para practicar snorkel, donde divisamos tortugas y peces tropicales. Un almuerzo de pescado en la playa en el pueblo pesquero de Punta Allen culminó el viaje. El total para el día fue de 70 dólares diarios: 766 pesos.
Los flamencos fueron el motivo de nuestro viaje más reciente a México.
Nos concentramos en la ciudad de Mérida, en el noroeste de la península del Yucatán. Dos de los mejores sitios para observar a los elegantes animales son los pueblos de Celestún y Río Lagartos. Escogimos el primero porque calzaba mejor en nuestro itinerario. En cambio Río Lagartos probablemente convenga más a los viajeros que vayan desde Cancún. Uno de los atractivos de nuestro viaje fue la noche que pasamos en la terraza de El Lobo, disfrutando de unas cervezas mientras presenciábamos un partido de fútbol con los locales y un puñado de turistas.
Se puede concertar una excursión a los flamencos en la playa o al costado del puente al entrar al pueblo. Nos sumamos a una pareja francesa para una excursión de medio día en bote desde la playa por unos 20 dólares (219 pesos) por persona. En el viaje nos bajamos para visitar un bosque petrificado. Al llegar hasta los flamencos, nuestro guía, José Ojeda, detuvo el motor de la lancha y nos apostamos a unos 100 metros (yardas) de un grupo de unas 75 aves. Durante una media hora fuimos caminando lentamente de un grupo a otro.
Los locales comprenden la importancia de los flamencos. Ojeda se gana la vida como pescador y guía. "Cuando empieza la temporada del pulpo, pescamos. Pero cuando aumenta el turismo, durante las vacaciones y especialmente en diciembre, entonces trabajamos en turismo", dijo.
Y cada vez más México ve el ecoturismo como un medio de crear empleos y atraer inversiones a zonas rurales deprimidas. "Queremos cambiar la impresión sobre México de que sólo se trata de sol y playa", explicó Eduardo Chaillo, director regional para Estados Unidos y Canadá del Consejo de Promoción Turística de México (CPTM). Las autoridades mexicanas de turismo están trabajando con National Geographic y agentes de turismo para orientar a los visitantes hacia la naturaleza.
"Pero no podemos arriesgar estos lugares preciosos promoviéndolos masivamente", advirtió.

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